El consumo de tabaco es responsable del 90% de los cánceres de pulmón. El humo inhalado, proveniente de puros, pipas y cigarrillos, entra en contacto con los tejidos de la boca, la garganta, la laringe y las cuerdas vocales. Numerosos estudios han estimado que los fumadores son, entre cuatro o cinco veces, más susceptibles de desarrollar cáncer oral y laríngeo que los no fumadores. Otros estudios han relacionado el hábito de fumar con la aparición de cáncer en órganos más alejados —diversos órganos que no están directamente expuestos al humo, como la vejiga, el páncreas, los riñones, el estómago, el hígado y el útero. El humo del tabaco también repercute en la salud de los no fumadores o ‘fumadores pasivos’ que tienen un riesgo mayor de padecer cáncer de pulmón que las personas que no respiran el humo de los fumadores.
El enfisema, que disminuye y obstruye el calibre de los bronquios, es la enfermedad pulmonar crónica más frecuente. Sus víctimas son casi exclusivamente fumadores; rara vez aparece en los no fumadores. Sin embargo, no todos los fumadores desarrollan esta enfermedad (aproximadamente el 20%).
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